Breve historia de la depilación

Autor: Publiko 29 mayo, 2018


Depilarse es un fastidio de lo más común. En la actualidad, la gran mayoría de mujeres (y algunos hombres) nos pasamos el rastrillo, la máquina, la crema, la cera, o, en años recientes, el láser por el cuerpo para quedar lampiños como bebé.

>Pero los orígenes de la depilación no son tan nuevos como imaginaríamos. Aquí una breve historia de la eliminación de ese vello corporal tan mal visto socialmente:

En el antiguo Egipto, hombres y mujeres por igual, se depilaban TODO el cuerpo, pues era símbolo de pureza y limpieza. Para hacerlo utilizaban cremas hechas con sangre y grasa de animales, ceras depilatorias hechas con miel o sicómoro, azúcar, goma y otros ingredientes. También llegaron a encontrarse pinzas para depilar de cobre.

En Grecia, se utilizaban velas y ceras similares a las egipcias. Estar lampiños era un símbolo de belleza y sofisticación en las clases altas y entre atletas.

En el Imperio Romano, la depilación era exclusiva de las mujeres. Desde que el vello púbico empezaba a crecer, en la adolescencia, usaban pinzas gigantes llamadas volsella y ceras hechas con resina, sangre de murciélago, serpiente en polvo y vejiga de cabra.

De pronto ya suena bien arrancarte los pelos con la cera actual, ¿no?

En la India empezó a usarse el método de depilación con hilo que ahora vemos en varios lugares por acá.

Si ves las pinturas renacentistas, podrás notar que las mujeres no tienen casi nada de vello corporal. En esa época usaban un método aterrador: una mezcla de arsénico con cal que colocaban en la zona a depilar estando en una habitación caliente. Tenían que ser muy precisas al retirarla cuando sintieran calor en la piel, pues se les podía caer el pedazo de carne. Insisto, de pronto las cortadas con rastrillo ya no suenan tan mal, ¿no?

A finales del siglo XVIII, un barbero francés llamado Jean Jacques Perret creó la primera cuchilla de afeitar que las mujeres empezaron a usar. En 1903, King Gillete (sí, el de la marca), inventó el primer rastrillo de hojas intercambiables.

En 1920 empezaron a usarse las ceras a base de cera de abejas y, en 1931, Jacob Schick (sí, el de la otra marca) creó la primera máquina eléctrica de afeitar.

De ahí hasta ahora, los rastrillos y las máquinas de afeitar se han ido modernizando y, en el caso de los primeros, cada vez son más desechables. En los últimos años, cada vez más gente alrededor del mundo está regresando a los rastrillos de metal (esos de barbería, de metal, con láminas intercambiables), pues son más baratos a la larga y no contaminan tanto.

Algo que es un hecho, es el llamado “impuesto rosa”: se trata del precio significativamente más elevado en los productos para mujer. Básicamente hacen un rastrillo rosa con diferencias menores al “masculino” y te lo venden como 7% más caro.

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