La marcha del silencio renueva su rostro
Autor: Publiko 14 septiembre, 2018
En paz, sin pintas ni agresiones entre contingentes, se desarrolló una nueva edición de la marcha del silencio que se hiciera hace 50 años. A cinco décadas del verano del 68, una época muy simbólica para la lucha estudiantil y la represión gubernamental, estudiantes de escuelas públicas y privadas se dieron cita para recorrer la misma ruta que sus abuelos recorrieron.
Del Museo de Antropología e Historia partió la vanguardia, liderada por los estudiantes del CCH Azcapotzalco. Caminaron hasta el Zócalo, a donde llegaron alrededor de 30 mil personas de todas las edades, con una mismo objetivo: exigir justicia y paz en sus comunidades, con la bandera de sacar a los porros de las universidades.
Esta vez había un nuevo episodio trágico que recordar. El antimonumento a los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa no estaba ahí hace 50 años. Por eso los estudiantes se detuvieron ahí durante 10 minutos, alzaron la mano con la v de la victoria y guardaron un minuto de silencio.
Ni la lluvia ni el estigma detuvieron a esta nueva ola de jóvenes en pie de lucha, dispuestos a exigir nada más y nada menos que un país digno en el que vivir, con calidad en la educación pública y transparencia en el uso del dinero de todos, además de la garantía de que no serán acosadas ni violentadas cuando van a la escuela, o que no serán asaltados por grupos de choque que buscan disolver una manifestación legítima.
Al llegar al Zócalo, en el templete estaban los padres de los 43 y también quienes en 1968 formaron parte del movimiento. Ambas partes pronunciaron discursos en los que alentaban a los jóvenes a mantener el espíritu combativo y digno frente a las adversidades.
Al grito de ¡Fuera porros de la UNAM! caminaron en calma, con estoicismo y rebeldía, una vez más por el mismo camino que hace 50 años presagiaba la desgracia, pero ahora con nuevas herramientas y una organización que ya empieza a rendir sus primeros frutos.