Personaje de la semana: Senadores de Morena
Autor: Publiko 7 septiembre, 2018
Más rápido cae un hablador que un cojo. Morena, en voz de su máximo líder, prometió desde su formación no repetir las mismas tranzas que tanto daño han hecho a México. Aseguraron que eran diferentes, que irían contra la mafia del poder y que nada los superaría en términos de honestidad, congruencia y lealtad al pueblo. Gracias a ese discurso, se llevaron 30 millones de votos en la elección presidencial y la mayoría de las curules en ambas cámaras. Un arrasador 53.17 por ciento de los que votaron el 1 de Julio le dieron a Andrés Manuel y sus legisladores el poder absoluto para hacer y deshacer lo que quisieran con el país.
La confianza se la dieron sus seguidores no por tontos, sino porque confiaban en que llevarían a la práctica lo que tanto pregonaron y que en definitiva los hizo desmarcarse de los otros partidos.
Poco duró el gusto de ver los albores de la cuarta transformación, pues apenas en las primeras horas de la nueva Cámara de Senadores, se dio un hecho insólito por el nivel de cinismo y vergüenza con el que fue perpetrado.
Días antes, el 24 de agosto, Manuel Velasco se había convertido en un pequeño virrey berrinchudo que conminó al congreso chiapaneco, estado del cual es gobernador, a cambiar las leyes para que pudiera pedir licencia al cargo, después ir a la CDMX a asumir su puesto como senador, pedir licencia en éste y volver a Chiapas a terminar su adminstración al frente de la gubernatura. Lo que de entrada parecía un movimiento absurdo, poco a poco se fue materializando. Primero cambiaron la constitución chiapaneca, luego fue a la CDMX y entonces sucedió…
En una de esas historias que sólo se dan en la política mexicana por su nivel de surrealismo, los senadores de Morena votaron en contra de otorgar la licencia a Velasco para regresar a Chiapas para seguir cumpliendo su encargo como gobernador. Las redes sociales explotaron de júbilo, reconociendo que en verdad todo empezaba a cambiar, felicitando el acto de congruencia de los senadores morenistas y aplaudiendo la decisión. Pero poco tiempo después, tras una rabieta de Ricardo Monreal, coordinador de la bancada morenista en el Senado, los senadores “reconsideraron” y, arbitrariamente, decidieron hacer una segunda votación para decidir si le daban o no la licencia a Manuelito. Y pues sí, resulta que pesa más un pacto que los valores, así que se la otorgaron, hiriendo la confianza de esos 30 millones que votaron por un cambio.
Coincidentemente, tras la segunda votación se informó que cinco diputados del Verde se incorporaban a las filas de Morena, que en números significa una mayoría absoluta e imparable. Poco a poco vinieron los deslindes, pero no fueron ni serán suficientes. Los senadores y senadoras de Morena le fallaron a su amado pueblo. Quizás, después de todo, no son tan diferentes.