Ridículo llanto hormonal

Autor: Publiko 24 agosto, 2018


Estás normal, tranqui por la vida, y, de la nada, te pones a llorar porque viste a un perrito mojado pasar al lado de ti. Amiga, date cuenta, estás hormonal otra vez. Cuéntame tu historia, que estoy para escucharte. Mientras, lee estas que nos mandaron nuestras queridas lectoras:

El banco

Fui al banco a hacer unos trámites y mientras esperaba en la fila, vi a una pareja de viejitos que me recordaron mucho a mis abuelitos porque se estaban peleando. Me dieron ganas de llorar, pero me aguanté y dejé de ponerles atención. Cuando llegué con el chico de la ventanilla, me pidió mi identificación y me puse a llorar como loca por dos razones: 1) De tanto aguantarme el llanto por los viejitos, exploté de la nada, y 2) no traía mi identificación y me había formado a lo puro pendejo. El muchacho se vio muy comprensivo y me dio pañuelos para limpiarme los mocos. Todo bien.

Romina, 28 años

Pinshi tráfico alv

Me estaba preparando para salir de mi casa a la escuela y una amiga me escribió diciéndome: “Apúrate, que aquí está el wey ese que te gusta un chingo”. Ya se iban a acabar las clases y era mi última oportunidad para platicar con él casual en persona antes de las vacaciones. Me subí al coche y me fui en chinga, pero, bendita CDMX con su tráfico, me atoré en un semáforo y me puse a llorar mucho pensando en la carita bien bonita del fulano y en que no lo iba a ver en todo el verano y en que estaba lloviendo en mi parabrisas de una forma muy dramática. Me sentí en una escena bien triste de alguna película muy cruda y dolorosa.

Lorena, 25 años

Logro no desbloqueado

Empecé a ir al gimnasio hace unas semanas en un intento desesperado por ser mejor persona y cuidarme más. Equis día, me estaba costando mucho trabajo completar las repeticiones de abdominales que me había puesto el instructor y me puse a llorar. No era un llanto escandaloso, sólo me salían las lágrimas, y el instructor se acercó a decirme, en broma: “Ay, ya estás llorando”. Y pues ahí sí ya me puse a llorar bien feo. Él creyó que era sudor y que podía echar la broma conmigo, pero yo no estaba para bromas en ese momento. Dejé todo, me tiré al piso y le dije, sollozando: “Es que soy un fracaso. Ni una repetición de abdominales puedo terminar. Mi vida es una porquería y no sirvo para nada, mejor ya me muero alv”. El pobre se sintió súper mal y me dejó que hiciera lo que quisiera el resto del día, me llevó agua, jugo y hasta me dio un masaje en los hombros. A veces llorar y valer verga no es tan malo.

Anónima, 27 años

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