Feminismo y deconstrucción

Autor: Publiko 18 marzo, 2018


La segunda cosa más difícil después de salir del clóset del feminismo, es la deconstrucción: cuestionarte tus privilegios, percatarte de tus propios comportamientos machistas y cambiarlos. Como feminista, lo más doloroso es reconocer que también tienes micromachismos integrados y que van en contra de todo lo que crees.

Hace unos días se hizo viral un video en el que una mujer plantea un acertijo: un hombre sale con su hijo, tienen un accidente. El papá muere y cuando el hijo llega al hospital, el médico dice que no puede atenderlo porque es su hijo. ¿Quién es el médico? Un montón de banda, feministas incluidas, no pudo llegar a la respuesta real: es su mamá.

Y, ¿cuántas veces has insultado a otra mujer diciéndole puta? Más de una vez has juzgado a una mujer por su físico, le has dicho gorda, la has criticado por su ropa, por su look o por su vida sexual. Has sentido envidia por su éxito y has tratado de rebajarla, quizá. Ojalá las cosas fueran más como en el baño de un antro, donde todas somos amigas siempre.

No es que todas las mujeres deban caerte bien solo por ser mujeres. Siempre habrá alguna con la que no congenies, que no te agrade, y está bien. Se convierte en un problema cuando la atacas por ser mujer y con insultos de ese tipo. Suficiente tenemos con ser insultadas así por otros como para hacerlo entre nosotras.

¿Qué hay de cosas que parecen súper triviales como insultar a alguien diciendo “hijo de puta” o “hijo de la chingada” o “chinga a tu madre”? Amiga, date cuenta. Eso también es micromachismo. Creo que todas hemos usado esas frases indiscriminadamente, pero si lo analizas bien, está fuerte: si el tipo es un maldito, ¿por qué culpar a su mamá? Pobre jefa.

¿Y los privilegios? Todas los tenemos sobre alguien más. Tus privilegios como heterosexual frente a una lesbiana o bisexual, tus privilegios como blanca frente a una morena o negra, tus privilegios como clase media frente a una mujer de clase baja. Una vez que cachas tu privilegio, entiendes que, en efecto, el feminismo sin interseccionalidad cae en la omisión de otras oprimidas.

Son ejemplos de algunos de los procesos a los que yo me enfrenté. Todas los tenemos a nuestra manera y a nuestro tiempo. Está bien equivocarse. Solemos tener creencias sociales de las que aún no somos conscientes, pero para poder cambiar lo de afuera, no podemos ignorar lo de adentro.

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