¿Qué es el populismo y por qué nos da tanto miedo?


Autor: Publiko 15 junio, 2018
Seguramente has escuchado los términos populismo o populista más de una vez, sobre todo en esta época electoral. Lo cierto es que de tanto sobarlo, el término se ha convertido en una palabra nebulosa cuya definición es imprecisa, convirtiéndola más en un insulto o bandera de peligro que en un argumento con forma y fondo.
¿Se puede llamar populista a alguien, independientemente de la corriente ideológica a la que represente? Lo cierto es que, por lo menos en el México de hoy, no se entiende al populista sin sus seguidores, a quienes los detractores suelen acusar de vivir en el resentimiento social, cobijados por la frustración (¿de qué?) o embrujados por una varita mágica que los obliga a pensar de cierta forma.
Tal parece que el término populista se usa actualmente para asustar electores, sobre todo mediante comparaciones exageradas con la realidad de otros países cuyo contexto es abismalmente distinto al nuestro.
A pesar de ser un término ampliamente usado en todo el mundo, no existe una teoría aceptada sobre el populismo, es decir, no hay académicos o teóricos que hayan definido claramente el término. Esto ha provocado que el populismo pueda quitarse y ponerse como si fuera un suéter. De la noche a la mañana alguien puede ser populista, según la conveniencia el populista se autodenomina como tal o lo etiquetan así para hacerlo menos.
¿Por qué acusar a alguien de ser populista cuando convence a una mayoría determinada, por ejemplo? ¿Acaso no es la labor de un político construir un discurso que pueda convencer al mayor número de electores potenciales? ¿El que acusa al de enfrente de ser populista no está buscando justamente convencer a más gente de esta aseveración, lo que a su vez lo convertiría en un populista también? ¿Cómo saber si ser populista es malo cuando no hemos logrado ni siquiera determinar qué es ser populista?
Por ejemplo, en México se ha tachado de populista a quien combate a las élites empresariales, sin embargo, quienes hacen ese señalamiento, concluyen diciendo que el gobierno actual (el mismo que hizo migas con las otras élites y que es una élite en sí misma) debe marcharse y no regresar jamás, o sea que en realidad ellos también combaten a las élites, pero desde el doble discurso. Así pues, todo se convierte en un torcido cuento en el que la palabra populismo es un ataque estilo boomerang que en cualquier momento puede regresar hacia quien lo lanza.
Quizá una característica clara de un populista es la soberbia, que puede ser tan grande que le hace creer y pregonar que él o ella son los únicos capaces de representar al pueblo y cualquier otro que lo intente estará mintiendo.
Otra de las representaciones del populismo es la exclusión, esa mediante la cual el populista elige quiénes forman parte del pueblo y quiénes, por el simple hecho de no estar de acuerdo, quedan automáticamente segregados de ese exclusivo grupo de seguidores.
Uno de los aspectos más interesantes del populismo en México es que un partido o grupo de personas pueden acusar a otro de populista cuando cumple con una característica de las que mencionamos, sin embargo, al mismo tiempo pero por otro lado, ellos están cumpliendo con la otra característica. Por ejemplo, mientras alguien acusa a otro de quererse apropiar del aparato estatal, se dedica a repartir tarjetas de ayuda en sus mítines. Ambas actitudes son populistas, pero ninguna de las partes acepta serlo sino que más bien intenta ocuparlo a su favor, lo que en realidad es como escupir para arriba.
Con un abanico tan amplio y una definición tan ambigua, resulta difícil saber si quien acepta ser populista realmente lo es o si quien acusa al de enfrente serlo en realidad no lo está siendo él mismo.
Ahí están ejemplos absurdos como el de Vicente Fox, que en su campaña presidencial decía que era orgullosamente populista y ahora ataca a Andrés Manuel López Obrador por ser populista.
No te asustes, querido lector, cuando escuches el término populista piensa que quizá es sólo una estrategia para asustarte e infundir miedo en tu cerebro votante. Donald Trump es populista, también lo fue Hugo Chávez y Marine Le Pen. Tres políticos con ideologías diametralmente distintas. Así que no confundas populismo con comunismo ni socialismo ni Venezuela ni expropiación ni dictadura.