5 razones de la felicidad Godín

Autor: Publiko 3 abril, 2018


Ser Godín no es fácil. El estilo de vida más odiado por los millennials representa una constante lucha contra el estrés, el aburrimiento y las reglas (si trabajas en Google no eres un Godín feliz, amigo, eres un habitante del paraíso). Sin embargo, como dice la tía: “Dios aprieta pero no ahorca”, así que te presentamos 5 momentos en los que un orgulloso portador de gafete con yoyo puede sentirse pleno:

1. Compañero de transporte

Aceptaste trabajar en ese hermoso corporativo que te queda a nada más y nada menos que dos horas y media de tu casa. En la gloriosa primera semana, todo parecía miel sobre hojuelas, ¡hasta una USB te regalaron! Pero a los pocos días te empezaste a nefastear por el largo trayecto. Entonces sucedió una noche en el Metro: entre axilas y mochilas, descubriste que a lo lejos estaba ese ser al que nunca le has hablado pero cuya cara te sonaba familiar… ¡Es Jaime el diseñador sub infra junior nivel 3! Se acercan lentamente, se miran, uno le pregunta al otro dónde vive y pues sí, vienen de la misma colonia. Tus dos horas y media serán ahora un poco menos aburridas porque tienes alguien con quien platicar. Cuidado, probablemente es un espía del subvicegerente del encargado de piso.

2. Estrenar papelería:

Un piloto de Fórmula Uno vive la emoción más grande del año cuando su equipo de ingenieros le dice que están a punto de terminar el auto para la siguiente temporada. Una cantante vive al límite cuando está a punto de salir a un escenario frente a miles de personas.
Estas sensaciones se comparan con el momento en el que tu nariz detecta el perfume Siete Machos de “Juanito”, el de recursos materiales. Escuchas sus pasos dando vuelta por el pasillo, de pronto volteas y lo tienes enfrente. Cuidadosamente deposita una cajita en tu escritorio atiborrado de pendientes. Tu pulso se acelera, sudas frío, llegó el momento. Lentamente abres la caja y en su interior descubres una libreta con el logo de la empresa, dos Bic, un marcatextos y post-its piratas. Los hueles, escribes tu nombre en la primera página, anotas el nuevo pendiente y lo pegas en el monitor. No todo está perdido.

3. Cena de fin de año

No sabes si ponerte el traje negro con corbata azul chiclamino o el blanco con corbata roja. Estás entre el peinado de tus XV’s o el de tu graduación. Llegó la fecha más esperada del año, esa noche en la que los modales duran dos horas. ¿Qué son todos estos cubiertos en la mesa? Estás acostumbrado a comer pura gastronomía manual: tacos, guajolotas y gorditas (donas y pizza sólo en quincena).
Qué rica pechuga seca, qué sabrosa crema de cuatro quesos (mmmm quemadita), qué jugoso pastel de chocolate con cereza. Mientras tanto, ya te tomaste dos tequlitas que te tienen alborotado. Una cervecita para la sobremesa y justo suena el primer acorde de Amor de mis amores. ¿Cuál es la única mujer de la mesa a la que nunca le has hablado? Pues bien, es ella a quien sacas a bailar. Un poco incómodo, pero ya te sientes Brad Pitt. Regresas a la mesa y la química fue tal que fondean una cubita. Algo pasa con el último trago que te recuerda la idea que tuviste en el baño el otro día, esa que hará crecer las utilidades de la empresa 500% en el primer semestre del año. ¡Claro! Este es el mejor momento para acercarte a la mesa del CEO y pedirle cinco minutitos porque tienes algo muy importante que decirle. Hasta ahí dejamos este momento porque el resto ya no es tan feliz.

4. Sedentario pero deportista

Va, te aguantas que te digan que te pasas todo el día sentado, que comes puras porquerías, va. ¿Pero que te digan que no haces deporte? Eso sí es un insulto, pues quien asevera tal cosa no sabe que perteneces a la Selección de Archivo y Contaduría, actual campeona del torneo de fut rápido de la oficina.
Qué bellos momentos con los ‘amiGodínez’, inolvidables noches en las que llega la mitad del equipo porque no acabaron pendientes. Jornadas en las que se arma la alineación en el piso ocupando los gafetes de la oficina, playeras unitalla que a algunos les quedan de camisón y a otros de ombliguera. Eres el goleador del equipo y hay quien se atreve a decirte que no haces deporte. Por favor, si supieran que estuviste a punto de debutar pero te chingaste la rodilla.

5. Se cayó el sistema

Sabes perfecto que el problema se puede resolver apagando el módem, reiniciando el equipo o reconectado el teléfono, en los casos más graves sólo debes marcar a la extensión de Sistemas. Sin embargo, no estás dispuesto a mover un dedo para que el señor capitalista que te explota siga acumulando riqueza a tus costillas. Decides no avisarle a nadie, simplemente esperas a que la gente se acerque al mostrador para decirle ‘ahorita no hay sistema’. Ya cuando se hace una filita de clientes inconformes, te dispones a ir lentamente a la oficina de al lado por una hoja de reuso y escribir con un plumón viejo que mejor regresen otro día con más tiempo.
Pero ‘GODin’ es cruel contigo, así que de la nada tu supervisor regresa de su hora de comida y te ves obligado a apachurrar ese botoncito que te regresa al letargo. Fue bueno mientras duró.

No hay Godínez infelices, simplemente hay Godínez.

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