Mexicanalladas: mapacheo electoral

Autor: Publiko 19 julio, 2018


Uno de los principales vicios electorales en un país cuya incipiente democracia ha sido maltratada cada seis años, es lo que se conoce como “mapacheo” electoral. Los “mapaches” son operadores políticos que suelen ejecutar estrategias de coacción del voto entre los estratos menos favorecidos de la sociedad. Es en estas zonas donde la situación económica es más apremiante, volviendo más factible que una persona venda su voto a cambio de unos cuantos pesos, independientemente de sus convicciones políticas.

Se les conoce como “mapaches” ya que suelen trabajar “en lo oscurito”, refugiándose en espacios poco visibles, conocidos como madrigueras. Su labor inicia semanas antes de la elección, cuando empiezan a diseñar una ruta crítica que les permita conseguir el mayor número de votos para satisfacer las necesidades de sus caciques. Regularmente los “mapaches” son personas que utilizan recursos abusivos para convencer a la gente, uno de ellos el amedrentamiento para someter al pueblo. Están al servicio del partido que los contrata y están casados ciegamente, pues con dádivas son también cooptados y convencidos de que hacer el mal está bien cuando se obtienen beneficios efímeros a nivel personal.

Una de las tácticas más arraigadas es el clásico “acarreo”, que consiste básicamente en uniformar con gorras y playeras a grandes grupos de personas, para que a cambio de estos bienes –siempre de muy mala calidad–, vayan a votar por el candidato que les indican.

El carrusel es otra técnica muy socorrida por estos delincuentes. Consiste en designar a un grupo fijo de personas que se “forma” varias veces a votar por el mismo candidato, utilizando credenciales falsas en distintas casillas.

Como si se tratara de un programa de En familia con Chabelo, la catafixia consiste en solicitarle al ejecutor que deposite en la urna una boleta previamente llenada a favor de un candidato, para que al mismo tiempo regrese la boleta que le fue entregada en blanco y así el mapache pueda llenarla y entregarla a un nuevo ejecutor.

Embarazar una urna significa llenar ilegalmente de votos una urna con boletas llenas a favor de un candidato determinado. Por otro lado está el ratón loco, estrategia que consiste en “marear” a los electores impidiéndoles el voto con estrategias dilatorias, provocando que termine por desesperarse y tomar la decisión de no votar.

Los delitos electorales también pueden darse desde los funcionarios, pues existen quienes llevan la consigna de hacer rayones en las boletas del adversario, para que se puedan anular los votos y no representen una merma para el candidato que patrocina el “mapacheo”.

Para que estas maniobras rindan frutos es ridículo pensar que no hay funcionarios de casilla cooptados para permitir la libre operación, o que no hay un grupo de choque que puede llegar en cualquier momento a agredir a algún ciudadano que denuncie estas conductas.

En México los “mapaches” ofrecen desde 500 hasta cinco mil pesos por un voto, dependiendo la localidad y la elección. También ofrecen despensas hechas con productos robados, tarjetas sin fondos o material de construcción. Estos “regalos” siempre van acompañados de amenazas en caso de fallar a las órdenes. Al tratar con el padrón electoral, una de las amenazas más comunes es hacer énfasis en que conocen la dirección del votante.

Hace falta que las autoridades electorales intervengan eficientemente en contra de estas prácticas, así como construir una cultura cívica que convenza a los necesitados de que su voto no se vende y a los “mapaches” de que las elecciones no se ganan a patadas y billetazos.

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